El MUJAM (Museo del Juguete Antiguo de México) se encuentra en las orillas de la colonia Doctores, ahí muy cerca del metro Obrera y el Eje Central.
Había visto reportajes en la televisión, leído reseñas en internet y esuchado de varias personas sobre su existencia. Sólo diré que en mi imaginación solamente faltaba un pony color menta y una fuente que echara jugo de manzana; definitivamente nunca lo imaginé como realmente es.

Y es que, la verdad, el museo es toda una sorpresa desde la fachada. La entrada apenas se divisa entre la una tienda de comida oriental --que, de hecho, es la tienda del MUJAM-- y el colorido mural que retrata a Roberto Shimizu.
Aún sin haber puesto los dos pies en la escalera que lleva a la entrada, un muchacho se encontraba abriendo la puerta para que pasara (a eso se le llama tener cámaras de vigilancia). Me sentí importante.
Cualquier imagen que veas, incluso aquí, no hará justicia a las bonitas chucherías del MUJAM. Desde la entrada puedes ver juguetes a lo largo y ancho de la habitación. Abruma, pero te acostumbras.
Como si la nostalgia de ver un montón de cabecitas plásticas de Batman y cocinitas de esas que usaba tu mamá para jugar no fuera suficiente, también puedes descubrir cosas que ni imaginabas.
¿Recuerdas Hugo, la película de Martin Scorsese que arrasó en los Oscar? Entonces recordarás que la figura que tanto intenta componer el niño es un autómata que escribe. Pues bien, aquí no hay autómatas que escriban, sino algo mejor: ¡autómatas peludos!
Lo raro (y un poco asqueroso) es que fueron fabricados con pelo real. Me llaman la atención, pero no me atevería a jugar con ellos. Guácala.
Creo que una persona normal tardaría una hora en recorrer el museo completo; yo siempre voy lento y trato de observar lo mejor posible, así que tardé aproximadamente tres.
¿Sabes qué más me fascinó? La muñeca art deco de 80 años con muchísimos anillos en las múltiples manos.
... y estos muñecos que parecían ir de paseo.
Otra de las mejores partes es la sala atestada de Barbie. Uno no podría imaginar que tantas muñecas son de la misma persona (bueno, la mayoría son de una; se muestran dos colecciones).
Cuando vi a tantas "barbis" de tan distintos estilos, recordé el artículo que hace unos ayeres escribió Lydia Cacho sobre esta muñeca. Fue publicado en Día Siete (creo que ya no existe ese semanario, ¿o sí?) y puedes leerlo aquí.
Dejando de lado la conmoción por tantas rubias, pasemos a la parte tenebrosa.
Deinitivamente yo no me quedaría una noche sola en el MUJAM. Es más, tampoco me quedaría ahí de día.
El museo ocupa buena parte de un edificio de tamaño considerable. Las salas se conectan por medio de pasillitos y escaleras; al parecer solían ser departamentos. Para visitar la última parte de toda la colección debes bajar.
En mi caso fue una experiencia horrible: fui sola y, aunque había más personas en el museo, unos se me adelantaron, otros se atrasaron. Entonces, cuando me tocó bajar a las últimas salas, todo estaba apagado.
Cuando era una linda quinceañera (jaja) tenía mi cuarto atascado de peluches... en la cama, sobre el librero, en una repisa. Hace unos años los quité por dos motivos: 1) ya no me gustaban y 2) sentía que me miraban por las noches y a veces en lugar de dormir, me cuidaba de que un osito no fuera a atacarme. Paranoia.
Bueno, pues así volví a sentirme cuando bajé. Volteé para un lado y para el otro, hasta que noté una luz prendida y caminé hacia ella. Resultó que era la salida a la tienda, pero encontré a una señora que me prendió todas las luces.
Feliz y contenta regresé a la sala y me maravillé. Creo que las mejores piezas están ahí: una casita de muñecas ultradetallada y un candelabro con muñequitos de Salinas de Gortari. Sí, tengo gustos raros.
Resulta que una andaba paseándome por la sala embobada con tanta cosita padre y repentinamente ¡PUM! Que me apagan las luces mientras veía unas máscaras medio feas. Casi me infarto.
Entonces corrí como gallina sin cabeza hasta que me topé con el mismo muchacho que me había abierto la puerta. Se excusó con un "es que creí que ya no había nadie". Ya sentía yo que me salía Chuky (así es, me da miedo).
En lugar de contarte mis miedos, mejor te dejo algunas fotos, pa que te animes a visitar el MUJAM. Si ya fuiste, ¡cuéntame qué te pareció! Lo bauticé como El Palacio de la Cháchara; un repaso a la historia de la infancia mexicana. Lo adoré.
El MUJAM se encuentra en Doctor Olvera 15, colonia Doctores. Como lo dije al inicio, está muy cerca del metro Obrera y a media cuadra del Eje Central. La entrada cuesta 50 pesos, pero andan en promoción y te sale en 25.
Ofrecen visitas guiadas sin costo, pero sólo a grupos de 10 personas o más que hagan reservación. Abren todos los días (eso es una maravilla): lunes a viernes de 9 a.m. a 6 p.m. Sábados de 9 a 4p.m. y domingos desde las 10 hasta las 4 de la tarde.
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