Podrán saberlo o no, pero hoy se cumplieron 103 años del natalicio de mi española predilecta: Remedios Varo, quien falleció a los 55 años en la Ciudad de México, el 8 de octubre de 1963.
Quienes me conocen saben que estoy obsesionada con sus pinturas; ¡simplemente las adoro! Además de que he conseguido algunos cromos que planeo enmarcar algún día, he leído algunos libros sobre su vida.
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En la terraza de su estudio en la calle Álvaro Obregón |
Remedios era una mujer bajita —medía 1.56 metros— y bastante atractiva en su juventud. A pesar de que se le identifica con los surrealistas (de hecho fue pareja del poeta Benjamin Péret por varios años) sus obras tienen un toque distintivo que las hace resaltar de entre pintores como, por ejemplo, Leonora Carrington —tan conocida en México.
Llegó a México con Péret luego de huir de la Guerra Civil española y haber pasado un tiempo en Francia. Dato curioso: en su juventud se dedicó a falsificar pinturas de Giorgio de Chirico para ganar dinero; esta influencia es latente en su obra y se puede apreciar una semejanza extraordinaria a la obra de Chirico en la pintura Despedida.
Sus últimos días los pasó junto a Walter Gruen, quien fuera dueño de la tienda de música Sala Margolín, aún ubicada en Córdoba 100 casi esquina con Álvaro Obregón, en la colonia Roma.
Les dejo mi poema favorito de Péret y algunas imágenes de Remedios y sus obras que me fascinan.
La semana pálida
Rubia rubia
era la mujer que desapareció entre los adoquines
tan leves que se les habría creído hojas
tan grandes que se hubiera dicho que eran casas.
Era me acuerdo bien un lunes
día en que el jabón hace llorar a los astrónomos.
El martes la volví a ver
semejante a un diario desplegado
flotando al viento del Olimpo.
Después de una sonrisa que humeó como lámpara
saludó a su hermana la fuente
y regresó a su castillo.
El miércoles desnuda pálida y ceñida de rosas
pasó como un pañuelo
sin mirar las sombras de sus semejantes
que se estiraban como el mar.
El jueves no vi más que sus ojos
signos siempre abiertos para todas las catástrofes.
Uno desapareció detrás de algún cerebro
el otro se lo tragó una pastilla de jabón.
El viernes cuando se ama
es el día de los deseos
Pero ella se alejó gritando
Tilburi tilburi mi flautita se ha perdido
Ve a buscarla bajo la nieve o en el mar.
El sábado la esperaba con una raíz en la mano
dispuesto a quemar en su honor
los astros y la noche que me separaban de ella
pero ella se había perdido como su flauta
como un día sin amor.
Y esperé el domingo
pero el domingo no llegó
y permanecí en el fondo de la chimenea
como un árbol perdido.
Benjamin Péret, El gran juego.
Versión de Manuel Álvarez Ortega,
Editorial Visor, España, 1980, pp. 65-66.
Versión de Manuel Álvarez Ortega,
Editorial Visor, España, 1980, pp. 65-66.
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Benjamin Péret y Remedios Varo, 1941 |
1 comentarios
ME TRANSMITEN MUCHA TRISTEZA, COMO QUE NO ES LO MIO...// ELISA SANTILLAN
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