Todo fue por una decepción. ¿Qué haces cuando, muy decidida, llegas al Palacio de Bellas Artes para ver las exposiciones de Leonardo y Miguel Ángel, pero te encuentras con una fila kilométrica y el anuncio de que los boletos de ese día se agotaron apenas a las 3 de la tarde? Sencillo: buscas azúcar para consolarte. Al menos eso hice yo.

Mi primera visita al Café de la Gran Ciudad fue por una decepción. Me vi lenta, la verdad. Hacía años que había querido entrar para disfrutar la vista, pero la desidia siempre decía "mejor hoy no".

Este café-terraza se encuentra en el piso 8 del Sears Centro Histórico. Siempre hay gente esperando un turno para entrar; en mi caso el tiempo de espera fue de unos 20 minutos.


Lo bueno

Obviemos la vista. Es una terraza con preciosa vista hacia el Palacio de Bellas Artes, la Alameda y la Torre Latinoamericana alzándose, intimidante, sobre ti. Tiene unas mesas sencillas que pueden ser cubiertas con unas enormes sombrillas negras que los meseros despliegan para proteger a los comensales del sol; algunos faroles y un par de bancas de hierro. El lugar es coqueto.

Lo malo
Coo... coo. Cuídate de las palomas, que sólo esperan un descuido para llegar a tu mesa y meterse en los vasos embarrados de frappé o los platos con moronitas de pasteles. ¿Qué esperabas? Es una terraza.

El servicio no es malo, pero tampoco se puede decir que cuentan con los mejores meseros de la zona. Tal vez no es su culpa, tienen poco personal para tantos clientes.


Si ya conoces el Café de la Gran Ciudad, cuéntame qué te parece. Y si no, deberías ir; es un buen lugar para ir con tu pareja o a platicar con amigas.